Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ Mi divertido ascenso Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ
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Señorita Alvez, Venga a mi despacho, coja lo necesario para tomar
anotaciones para una carta.
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Si Señor Maxwell.
Oh
Dios!! Oh Dios!! Mi nuevo Jefe me ha pedido que entre en su oficina, no sé como
mirarle, entre su despacho y mi pequeña oficina hay un pasillo con una estantería
empotrada que usamos de archivero. Cuando llego, después de presentarse y que
yo volviera de almorzar me encontraba en el archivando los últimos informes, y
me percate de que su puerta estaba entreabierta. Al acercarme note que se oían
unos sonidos un tanto inquietantes, y al echar un vistazo lo pille follando con
una rubia pechugona, la verdad es que al ver la escena no se por qué, no pude
dejar de mirar, la escena pintaba muy erótica. El Señor Maxwell penetraba a la
rubia por detrás mientras que con una mano la estimulaba el clítoris y con la otra
magreaba uno de sus pechos.
Ver la
cara de placer que ponía la rubia, me impresiono tanto que esa misma noche soñé
con la misma escena pero con el cambio que en vez de la rubia, era yo la que sentía
el placer del sexo con mi jefe. Me desperté tan excitada y tan mojada que tuve que
jugar con mi cuerpo para liberar la tensión. Llevo más de un año sin pareja y
mis carencias sexuales están a flor de piel. Por eso ahora después de esa
pillada y ese sueño cada vez que veo al señor Maxwell, me ruborizo y me pongo
nerviosa.
Mierda encima
hoy, que vengo de casa de Ana y me tubo que prestar algo suyo para poder aparecer
presentable en la oficina. Ana es mi mejor amiga, y cuando rompe con el chico
de turno, toca noche de chupitos y confesiones. Su ropa me queda un tanto
ajustada, pues yo soy un pelín más rellenita, y encima ella es muy sexy por eso
siempre tiene camisas súper escotadas, y faldas cortas, lo único bueno que
tiene es que siempre tiene modelitos de ropa interior sugerentes. Este que
llevo es un conjunto de Passionatta, negro, copa acolchada, y ribeteada muy al
estilo corsé. Los tirantes adornado con lacitos, es cómodo y envuelve mis
pechos con mimo alzando mi talla cien.
Lo malo
es que la parte de abajo, es un tanguita a juego, y llevar tanga al trabajo me
es un poco incomodo, pero como ella me lo ha regalado sin estrenar no puedo
quejarme. La blusa en combinación con el sujetador me hace un escote tan
sugerente que cuando me vi en el espejo me sorprendí de mi aspecto, el conjunto se completa con la faldita corta
que marca mis curvas, y un cinto que abraza mi cintura para asentar la
camiseta.
Bueno a
ello, entro en la oficina de mi Jefe después de escuchar su “entre por favor”
al golpear con los nudillos, me acerque a la mesa y me senté en una de las
sillas que se encuentran delante de la misma. Me coloque las gafas de
Secretaria Hot, y espere a que el señor Maxwell dictara los puntos a reflejar
en la carta comercial.
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Señorita Alvez, tome nota.
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Si Señor Maxwell.- No levanté la mirada en ningún momento, volvía a
estar sonrojada, y una sensación de calor al recordar, ese tórrido momento
tampoco ayudaba a calmarme. Suspire un tanto alto, para tranquilizarme.
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Departamento de presidencia, a la atención de la nueva ayudante de dirección,
y encargada de secretarias. Señorita Anabel Alvez.
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¡¡Joder!! ¡¡Oh Dios lo siento!! Pero…- me sobresalte nada mas oír mi
nombre. Lo mire asombrada, sin
comprender que estaba pasando. Y me di cuenta el repaso que me estaba pegando
mi Jefe.
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Si señorita Alvez, estoy comunicándola que deja de ser una de mis
secretarias inferiores para ocupar el puesto de mi ayudante de direccion. Aun sigo
buscando a una y me he fijado en usted. Solo que hasta hoy mismo no me he
decidido. Suele venir vestida de forma un tanto sosa, pero hoy se ha superado,
y teniendo en cuenta su excelente currículum, es la candidata perfecta. –
Mientras decía eso se levanto y comenzó a
caminar alrededor del despacho, no hacia más que mirarme y era como si quisiera
desnudarme con la mirada. – Se que eres la indicada.
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Muchas gracias por cifrar su confianza en mí. – note que posaba una
mano en mi hombro. Rozando sutilmente el trozo de piel que mostraba la camisa
de Ana.
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Tengo que confesar también una cosa. Bueno más bien quiero hacerte
confesar cierta cosa.
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¿Cómo?
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Si se que el otro día me vistes.
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¿Qué?
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Si, Anabel. Sé que te quedaste mirando cuando… tenía una reunión con
Miranda.
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Si una reunión, ahora se llama de esa forma. – su mano jugueteaba con
el cuello de la camisa, rozando sutilmente mi escote, comencé a sentirme
excitada, más que escandalizada o asustada. Cruce las piernas y mire a mi jefe
por encima de mis gafas de Secretaria Hot. – Señor, ¿está intentando decirme
algo?, su mano me pone un tanto nerviosa, y… bueno quizás sea mejor que saliera
hacia mi mesa.
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No tan rápido Anabel, ahora mismo tengo un pequeño problema, quiero
que te levantes y cierres con llave la puerta.
Dicho
esto me beso tan ardientemente que, aturdida, me dirigí a la puerta y la cerré
como él me había dicho cuando me volví, el había seguido mis pasos arrinconándome
contra la puerta mientras sus manos me acariciaban las caderas y la cara. Sus labios
se juntaron pasionalmente con los míos, y mientras su lengua asaltaba el
interior de mi boca la mano que tenía en mis caderas, bajo por mi pierna acariciándome,
sutilmente volvió a subir por donde había bajado, llevándose consigo mi falda
hasta la cadera, sus caricias y sus besos me enloquecían, mi respiración se
aceleraba con las sensaciones, y cuando alzo mi pierna hacia su cadera con la
otra mano me aparto el cabello para atacar a besos y a lametadas el cuello.
Su cadera
se movía envistiéndome, haciéndome notar su polla dura justo en el centro de mi
sexo, provocando que se me humedeciera
la zona de forma escandalosa. Sus manos prodigaban caricias enloquecedoras. Y sus
besos recorrían un suave recorrido hasta mi escote.
Sin
avisarme me alzo en volandas, y avanzó por su oficina hasta posarme encima de
su mesa con manos diestras, desabrocho
los 5 botones de la camisa dejando a la
vista ese precioso sujetador que llevaba. Congio uno de mis pechos ente sus
manos y lo amaso por encima del sujetador, enviando deliciosas sensaciones
hasta el centro de mi ser. Concentrándose ahí donde el placer termina explotando.
Sin previo
aviso, me soltó y se inclino para coger sus tijeras y con una mirada que sugería
travesuras, corto el tirante de mi sujetador. Lo mire sorprendida y excitada y rápidamente
vi como hacia exactamente lo mismo con el otro. Se inclino para besar mi escote, dejando un
rastro de placer y deseo, liberando mis pechos de la bella sujeción ataco con
su boca mi pezón izquierdo, mientras que con la otra mano atormentaba el
derecho con giros, con pellizcos. Cuando
lo vio oportuno cambio su boca de pezón prodigándole
los mismos placeres y descendió su mano libre hasta su bragueta, se la
desabrocho y comenzó a acariciarse mientras tanto.
Yo gemía,
me retorcía de placer entre sus brazos, mi excitación estaba llegando a niveles insospechados y fue
en aumento mientras dejaba mi pezón y descendía por mi desnudo vientre. Con mano
diestra me desabrocho la falda y me la saco
dejándome medio desnuda ante él. Siguia prodigando sus besos y sus
caricias, hasta que con la mano libre aparto mi tanga para comenzar a chupar mi
sexo húmedo y excitado.
Mis
gemidos se volvían más altos y mi cuerpo se estremecía de placer mientras su
lengua me daba el mayor placer que había conocido. Se recreaba jugueteando con
mi clítoris y cuando se cansaba con certeras envestidas penetraba mi dulce
interior. Aumentaba el ritmo cuando mi cuerpo se lo decía, llevándolo a cotas
que me obligaron a estallar entre jadeos
y convulsiones. Seguía degustando mi sexo tragándose mi placentera corrida.
Se enderezo,
dejándome desvalida entre los informes
que aun no se habían caído. Se sentó en
su silla de ejecutivo y se saco una enorme polla dura y brillante,
-
Anabel ven. Me indico que me acercara,
y que me pusiera de rodillas, y ofreciéndomela me insto a que se la
chupara. - Dame placer, deja que te
folle esa dulce boquita.
Si pensármelo
dos veces se la agarre, y mientras se la agitaba la introduje en mi boca succionándola. Note como sus caderas, bombeaban hacia mí, me sujeto la cabeza para poder penetrar mi
boca una y otra vez. Sentía como entraba y salía, como golpeaba la pared de mi
garganta. Y sus gemidos de placer, lograron que me olvidara del incomodo suelo.
Miro hacia abajo, con sus ojos azules
vidriosos por el placer, consiguió decir:
-
Muñeca mastúrbate mientras te follo de esta forma. Procura tu placer y
vuélvete a correr cuando yo me corra.
Dicho
esto siguió embistiendo el interior de mi boca. Baje una de mis manos y comencé
a frotar mi clítoris y a extender los fluidos que se iban segregando. Note como
su polla palpitaba anunciando su
inminente liberación. Y mi deseo se
agolpaba aun más y más, y termine corriéndome segundos antes de que
mi Jefe lo hiciera en el interior de mi boca, llenándomela.
-
No te lo tragues. – Me alzo y me beso, degustándose a sí mismo en el
interior de mi boca.
Con el brazo barrio la superficie de su mesa y
me puso bocabajo mientras se masturbaba para mantener la erección. Me abrió un
poco las piernas y comenzó a juguetear con sus dedos mi humedad rajita, lubricándola, preparándola
cuando vio que estaba a su gusto paso la punta de su polla y se acoplo en la entrada, penetrándome con una
dura envestida. Grite de placer, y me sujete a la mesa para afianzarme. Pues sus
duras penetraciones me bamboleaban hacia delante
-
Nena yérguete un poco apoyándote en tus codos, quiero alzar tus
caderas.
Gemía
de placer, en cada envestida, mientras notaba como su mano bajaba por mi
vientre y frotaba mi clítoris para estimularme más.
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Joder nena gime así, me vuelves loco, eres una secretaria muy
caliente, y gozas mucho mientras te follan.
-
Señor Maxwell siga por favor, ¡¡Oh si!! Oh!! mas… siga… si mas fuerte…
más rápido… Voy a correrme
-
Hazlo preciosa córrete encima de mi mesa, si… sigue así bonita dame
todo tu placer…me estas ordeñando con tu coño apretadito. Córrete.
Dos
envestidas mas y note como mi interior estallaba en el placer absoluto,
gritando, convulsionándome de placer. Note como seguía penetrándome hasta que
segundos más tarde se corrió en mi interior,
dejándose caer en mi exhausto.
Pasaron
varios minutos hasta que nuestros cuerpos comenzaron a calmarse y saliendo de
mi interior, se levanto. Se pasó un pañuelo para secarse la humedad y se la metió
de nuevo en su pantalón.
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Vístase Señorita Alvez, salga y
haga como si no ha pasado nada en esta oficina. Recoja sus cosas, y cámbiese
a la oficina que hay aquí al lado. Desde
mañana venga así de sexy y preparada pues esta sesión de sexo se repetirá cada día.
Dicho
eso, recogió los informes y comenzó a trabajar, con una maravillosa sonrisa en
su cara. Me miro y me dijo
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Preciosa, si no te vas, volveré a follarte, una y otra vez hasta que
no puedas caminar…