jueves, 17 de enero de 2013

La Habitacion Roja





Basado en una de las escenas de la Trilogia 50 Sombras, les dejo un pequeñito relato:



Miro alrededor con disimulo, no puedo hacerlo abiertamente. Estoy arrodillada en el suelo, cerca de la puerta, pues así tiene que ser.
El cuarto es amplio, sin ventanas, pero con varios puntos de iluminación. Las paredes tienen estantes y fijaciones, en la pared a mi izquierda un soporte lleno de fustas de diversas formas, a su lado otro con látigos. La Cruz de San Andrés descansaba a su lado.
Una gran cómoda negra lacada presidia la pared de mi Derecha, un sinfín de cajones la completaban, y un gran equipo de música ultra moderno descansaba en su encimera. Al lado una especie de caja de plata con cajoncitos.
Una Cama de cuatro postes dominaba la estancia, era negra con sabanas rojas de raso y sujeciones a los postes. A su lado un sofá enorme de piel también negro. Las paredes rojas culminaban la escena.
Seguía en mi puesto  ataviada con unas botas negras de tacón y caña alta y unas braguitas negras. Apoyada en los talones, con las rodillas un poco separadas, y mis manos en posición de sumisión. Así tendría que estar siempre que él quería jugar. Mi pelo recogido en una trenza larga y mis uñas bien arregladas completaban “mi uniforme” del placer. Si eso me gustaba, ese cuarto me fascinaba.
Mi expectación por jugar a los juegos de esa noche, hacia que ya me humedeciera.
Él entró, vestía Vaqueros desgastados y con algún desgarrón, esos mismos vaqueros que le quedaban tan sexys, y que hacían que babeara con solo verle. El primer botón siempre desabrochado, insinuando su mayor secreto del placer.
-          Levanta – me ordena.
Yo lo hago, sin mirarlo, pues esas son las reglas, no puedo mirarle a menos que el me lo ordene. No puedo tocarlo, no puedo disfrutarlo si él no me da la orden.
-          Pon los brazos juntos, juntando las palmas de tus manos, como si fueras a rezar – así de simple, una orden seca pero llena de sensualidad. – Mírame.
Levanto la mirada y lo miro, sin desafiarle, pero con pasión. Coge unas tijeras y me las enseña y después me ata las manos con una brida negra. La ainticipacion se agolpa bajo mi vientre, las sensaciones que me trasmite, me excitan y me provocan, froto mis muslos disimuladamente.
-          Quieta! – me azota con su mano el cachete – no te frotes, todas las sensaciones de tu cuerpo son mías.
Me avergüenzo por mi atrevimiento y por haberme pillado tendrá consecuencias, un castigo placentero que terminara con sexo duro. El mejor sexo duro que he probado en mi vida. Por eso lo provoco, deseo que me castigue de esa forma.
-          Encamínate hacia la cama, y agárrate al poste.
Lo hago, despacio contoneando mis caderas provocándole con mis largas piernas vestidas de negro. Gime, con la anticipación, mi culo redondo lo provoca, lo excita y moverlo como lo muevo lo altera. Sujeto con mis manos atadas el poste de la cama, se lo que me va hacer, pero no puedo adelantarme, por eso me paro.
Se acerca a mí por la espalda, me coge de la coleta y tira con fuerza, mi cuello se muestra en todo su esplendor y él me lo besa, surcando con sus labios hasta mi boca, introduce fuertemente su lengua en mi boca, reclamando mi deseo. Baja una mano por mi desnuda espalda y me frota uno de los muslos. Se dirige hacia abajo acariciando el interior del muslo y me va separando la pierna hacia un lado. Vuelve a subir, pasando por mi sexo y vuelve a bajar por el interior de mi otro muslo separándome esa otra pierna. Vuelve a subir la mano pasando de nuevo por mi sexo, demorándose en mi centro y me estimula por encima de la braguita.
-          Nena moja para mí tu ropa interior.
El deseo se me agolpa haciéndome liquida, y siento como mi sexo responde humedeciéndose aun mas.
-          Joder nena, mira como estas poniéndote, te has mojado con el roce de mis dedos, y aun no te he penetrado. – Se toca, recolocando su polla pues la erección que tiene golpea contra sus pantalones. – Nena tengo ganas de follarte. Pero tendrás que esperar, me has desobedecido, y has intentado encontrar tu propio placer. Y eso está prohibido nena. Sujeta el poste e inclínate hacia él. Dame como ofrenda tu hermoso culo nenita, y separa las piernas un poco más.
-          Si.. señor – solo acierto a decir eso.
-          Atiende Alexandra, amarillo es la palabra elegida para indicarme que estás en tu límite, Rojo es la palabra para parar. Es la indicada para decirme que no aguantas más.
-          Sí, señor.
Se las palabras las memorizo en mi mente, pero no las quiero utilizar,
Me pone las manos en las caderas  y con los pulgares me desgarra las braguitas. Pasa dos dedos por mi sexo para comprobar mi excitación. Me acerca esos dedos y me ordena que los chupe.
-          Prueba tu deseo Alexandra, nena tu sexo pide que lo llenen, pide que lo hagan gozar, y eso es lo que vas a tener, Voy a ser duro. Te voy a follar fuerte, pero antes tendré que castigarte. Mmmm estoy viendo tu rosado sexo, húmedo lagrimeando por mí. – Siento como se baja la bragueta,  y se Saca la polla. Dios mío no lleva calzoncillos, se puso los pantalones a pelo. Mmm mi diosa interior se postra en su Chesee Longe llena de lujuria. Se sacude el pene para segregar un poco de líquido pre seminal y acercándose a mí me desliza la punta por todo lo largo de mi sexo, haciéndome gemir de placer. Me vuelve azotar. – Cállate, no puedes gemir si yo no te lo ordeno.
Se aleja y coge una fusta de cuero, me la pasa por la espalda erizándome la piel, y la acerca a mi boca, me ordena que la chupe y la lubrique con mi saliva. Y después desciende por mis pechos y mi vientre.
De repente la fusta no roza mi piel y al momento siguiente golpea el centro de mi sexo. Siento un placentero dolor y como mi excitación se agolpa en ese punto donde estalla. Vuelve a acariciar mi piel pasa la fusta por mi sexo, recogiendo parte de mis fluidos y se lo lleva a la boca. Saborea mi esencia y se vuelve a masturbar, gimiendo. Sintiéndolo. Vuelve a azotarme, una y otra vez, golpea mi sexo con la fusta  y cuando siento que voy a correrme por el dolor tan placentero que siento, para. Y de una envestida me penetra. Bruscamente entra y sale de mi interior golpeando su pelvis contra mis muslos, gimiendo con cada entrada.
Siento como el orgasmo me va a golpear. Se enrolla mi trenza en la muñeca y tira de ella para atrapar mi boca con la suya. Explora su interior con la lengua sin dejarse ningún rincón excitándome aun más. Me suelta y dirige su mano a mi clítoris, y lo estimula de forma apabullante hasta que me rompo de placer. El orgasmo me estalla  justo cuando creía que no lo haría y grito de placer.
El sigue arremetiendo contra mí, quiere follarme como castigo sin saber que eso es uno de mis premios  por lo que sigue envistiéndome duro y placentero, frotándome, gimiendo por el placer que siente al notar como mi vagina lo oprime con pasión. Sujeta mis pechos agüe cando sus manos presionándolos como si los amasara, pellizcando mis pezones, aun está retrasando su propio orgasmo por puro placer, conteniéndose, entrando y saliendo de mi. Las piernas me tiemblan, sé que voy a volver a correrme y jadeo casi en silencio. Nota mi contención y gime en mi oído mientras me susurra:
-          Así me gusta Alexandra, que te contengas mientras mi polla te da el mayor de los placeres, silenciosa hasta que yo te ordene que gimas y jadees. – Me levanta una pierna para penetrar mas ondo en mi interior – Quiero que gimas, que grites que siga follándote, suplicándome que te haga gozar, quiero que tus piernas se llenen de tus corridas, y que digas la palabra de seguridad Rojo. Sí, quiero que ya no puedas mas, noto como vas a correrte.
Es cierto noto un nuevo cumulo de placer a punto de estallar, y me corro. Mi placer me envuelve  en olas de lujuria y pasión, mi coñito arde en pos del deseo y llora de placer empapando mis muslos. Casi no puedo más, voy a desfallecer si sigo sintiendo este orgasmo sin más sujeción que mis manos. Mis piernas tiemblan, él lo nota por lo que me coge en brazos y me transporta hasta el sofá que está en el cuarto, me deposita  suavemente, volviendo a abrirme las piernas, extendiendo con sus dedos mis lagrimas vaginales agitándose su erección al tiempo y colocándola para volver a penetrarme de nuevo.
-          Esto mi querida Alexandra, es para mí un Polvo de castigo, uno donde te doy tanto placer que termines exhausta y desmadejada, ahora voy a correrme en tu interior asique prepárate para otro duro orgasmo.
Sin más, me empala de nuevo con su polla. Entrando y saliendo a un ritmo desenfrenado, me dice palabras al oído estimulándome sugestionando mi deseo, Gimo con fuerza, aquí el es mi amo yo su sumisa, en este cuarto mi placer y mi sumisión son los ingredientes para que el se desinhiba y se procure el mayor placer. Noto como me vuelvo a correr, no sé cuantos llevo ya, entro en un estado de nuboso placer, sin estar consciente del mundo, solo de las sensaciones que me produce esta sesión de sexo duro, y consensuado. En algún momento noto como me llena con su semen, sacando después su polla, haciendo que ese líquido caliente y espeso se mezcle con mi propio liquido saliendo y escurriendo por mi coñito satisfecho.

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